EL ARTE DE EVOLUCIONAR

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Me presento:
Soy Myriam Wigutov de profesión, Bruja. Uso esta palabra, depreciada a partir de la inquisición, para devolverle su verdadero valor, y detectar a las personas de mentalidad escasa. Aquellos/as que preguntan “¿vos sos bruja?, pero las brujas son malas y vos no pareces demasiado mala”. A esas personas no les voy a explicar de que se trata mi tarea, en cambio a quien pregunta ¿y qué es ser bruja? Con el adecuado asombro curiosidad y respeto le contaré que la palabra bruja, que en ingles se dice witch, deviene de una bella y antiquísima palabra y práctica egipcia, “Baq”.Significa varias cosas: poder femenino, mujer de poder, mujer que conoce su poder y lo usa, mujer que conoce las palabras mágicas o de poder. O sea que bruja significa mujer empoderada. Pero en verdad mi título honorífico es Sacerdotisa de la Diosa.¿Y qué es ser una sacerdotisa de la Diosa en pleno siglo XXI?, preguntará el interesado… es ser una mujer que cultiva diariamente (como quien cultiva un jardín) la amistad, la relación con la ENERGÍA FEMENINA, propia, en otras, en otros, en los ríos, los montes, la atmósfera, en el universo. Cultivo la relación con lo femenino para mantenerla, hacerla consciente, florecerla, quitarle la maleza de siglos de descrédito, aumentarla, dirigirla, ofrecerla, protegerla y darle rango sagrado, instalarla en la conciencia de la humanidad como un valor positivo, como un capital de la humanidad.

La Energía Femenina en las religiones tradicionales y mayoritarias ha estado relegada a lugares secundarios, terciarios, ha sido devaluada, así como la mujer en la sociedad y en la cultura. Una cosa guarda proporción con la otra. Porque en el imaginario religioso actual no hay Diosas, es que las mujeres estamos en este lugar de degradación, luchando por recobrar nuestros derechos porque no tenemos mitos, no tenemos arquetipos que guíen nuestra vida, nuestro viaje del alma.

Ser Sacerdotisa de la Diosa es traer nuevamente a la conciencia el caudal de lo Femenino como sagrado. También lo llamo lo femenino impersonal que está en todo, en todas y todos, es inmanente. Es lo que los chinos llaman Energía Yin, lo que trato de cultivar en mi, en vos, en nosotras, en las relaciones, en los trabajos, y cada vez que puedo.

Esta ENERGÍA FEMENINA IMPERSONAL está excluida, denigrada de variadas maneras en nuestra cultura. Está ausente en el lenguaje, en nuestro pensamiento, en nuestras relaciones, en nuestra economía. Mi propósito es traer desde el fondo de nuestro inconsciente personal y de género, esa energía femenina inmortal que también vive a través de nuestros cuerpos. Volvernos conscientes de ella es mi propósito, poner palabras, acreditar esa energía y devolverle el rango sagrado. Myriam Wigutov

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