EL ARTE DE EVOLUCIONAR

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Esfinge

LA ESFINGE

A propósito de la constitución humana, debo ante todo hacer la tradición, ya que esta cuestión interesó a todos los hombres de los siglos pasados. Veamos pues cómo los Antiguos lo habían resuelto. ¡ Pues bien! Habían expresado muy simplemente la solución por un símbolo que ustedes todos conoce de nombre: ¡ la ESFINGE!.

La esfinge era la síntesis antigua más nítida por la cual se puede representar las adaptaciones diversas del ser humano en todos los planos. En efecto, el hombre nos presenta fuerzas físicas simbolizadas por el buey; fuerzas morales – El coraje, la virtud, virtus en latino-, simbolizadas por el león; fuerzas intelectuales simbolizadas por el águila; por fin, una fuerza de esencia divina – el ángel, la cabeza humana – Que, concentrando las tres fuerzas animales precedentes, de hecho una unidad.

Los Antiguos habían concebido así tres tipos de hombres: el hombre de trabajo, el hombre completamente físico, el hombre buey; el hombre de coraje, el hombre que se pelea o que lucha, el hombre-león; el hombre que jamás es sobre tierra, que sueña o se pasea en las nubes, el que es la desesperación de notables comerciantes que se ocupan de tienda de ultramarinos – cuando tienen por él hijo – el poeta, el hombre-intelectual simbolizado por el águila.

Pero estas tres naturalezas – naturaleza linfática del buey; naturaleza sanguínea del león; naturaleza nerviosa del águila – absolutamente son sólo unos seres animales en nosotros, y si la voluntad no venía dirigirlas y dominarlas, el hombre realmente no existiría y verdaderamente no sería selección-unidad, es decir al dominar una unidad una trinidad.

Lo que quiero hacerle ver, en primer lugar, en este admirable hace la síntesis antigua que era la esfinge, es que hay tres inconscientes dominados por una conciente. Veremos cuánto nuestros sabios son felices de haber descubierto un inconsciente en el ser humano. ¡ Lo que sería si sabían que existieran de allí tres!… ¡ Pues bien! Los viejos egipcios habían representado la síntesis humana mucho mejor que lo hicieron los filósofos o los contemporáneos sabios y, esto, mostrándonos tres inconscientes que constituían el hombre y eran regidos por una conciencia total que lo sintetiza.

Si Edipo había respondido a la esfinge que le interrogaba: « ¡ eres el hombre! » Sin dar otros detalles, no habría mostrado las adaptaciones maravillosas de este símbolo.

La esfinge representa no sólo al hombre en sus cuatro acepciones, sino que además las cuatro edades del hombre: la infancia, la juventud, la edad madura y la vejez; representa las cuatro fuerzas morales que el hombre puede tener a su disposición y que son sintetizadas en estos cuatro términos: saber, atreverse, querer y callarse; representa por fin los cuatro puntos cardinales que rigen al hombre astral, que determinaron la marcha de la estrella de los Magos y que se hicieron la llave de todas las tradiciones.

Cuando se nos dice que la esfinge es un símbolo muy viejo que no presenta ningún interés para nosotros otros modernos, no olvidemos que la tradición es sagrada y, lo mismo que pueblo orgulloso de su independencia es feliz de relacionarse por su origen con pueblo anterior, también, toda tradición está orgullosa de relacionarse por un medio invisible con otra tradición anterior. Recuerde esta fábula encantadora que representa a la Virgen María y su marido que huye en el desierto con Niño Jesús y bastidor entre las patas de la esfinge. Esto distintamente le muestra al que el antiguo tradición egipcia acabó en la religión del Cristo. También se representó a cada uno de cuatro evangelistas por un animal de la esfinge: Mateo, por el buey; Marco, por el león; Lucas, por el hombre; y Juan, por el águila.

Cada Evangelio es adaptado así a cada uno de cuatro temperamentos humanos y manifiesta una de las fuerzas lo que el hombre puede desarrollar. Tal es esta síntesis maravillosa que dirigía la constitución de la ideología antigua. Papus, Tratado elemental de ocultismo – Iniciación al estudio del esoterismo hermético, pp.2732. -Eliphas Levi.


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