EL ARTE DE EVOLUCIONAR

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El inconsciente

EL INCONSCIENTE

EL INCONSCIENTE BIOLÓGICO (LO REAL E IMAGINARIO)

Un suceso muy triste se produjo hace algunos meses: por descuido, un hombre se quedó encerrado en un almacén frigorífico. Lo encontraron al día siguiente muerto de frío. En realidad, el refrigerador no estaba conectado, Pero él no lo sabía. 

Se realizó un experimento en laboratorio. Se puso a una paciente bajo escáner y se le pidió que pensara en un caballo… Cada vez que pensaba en la palabra que se le indicaba, debía apretar en un botón que activaba la toma de foto de su cerebro. Después se proyectó delante de él, en una pantalla, fotos de manzanas, caballos… Cuando veía la imagen, debía apretar en el mismo botón. 

Si comparamos ambas series de clichés, podemos darnos cuenta que son idénticas. Presentan las mismas zonas de estimulaciones cerebrales por la idea de la manzana como por ver la manzana. Pero entre la manzana y el caballo, aparecían diferentes zonas. En otras palabras, a nivel de funcionamiento biológico, la cosa y la idea de la cosa son equivalentes.

Se conoce el caso de un joven, que recibió un diagnóstico de cero positividad. Perdió 10 kg. en 6 meses, pero luego le llamaron del hospital para decirle que había ocurrido una confusión de carpeta. Había adelgazado no por el hecho de ser seropositivo, sino por la idea de serlo. Volvió a recuperar su peso en 4 meses. 

Si realmente, alguien tiene una ostra en mal estado en su estómago, vomita. Si piensa que tiene una ostra en mal estado, o si vive mal un suceso X o Y, de una manera indigesta, su cerebro activa la solución, que puede ser un vómito, o hacer ácido, un pólipo, un cáncer… según lo experimentado y la intensidad del golpe. 

Como lo revelan estos casos, el cerebro no puede hacer la diferencia entre lo real y lo imaginario, lo virtual y la simbólico. Tenemos esta experiencia a diario: este fenómeno permite elegir nuestro lugar de vacaciones, únicamente por lo imaginario. Si se tiene la idea de ir a pasar vacaciones cerca del lugar donde se echan las basuras, o bien entre el océano por un lado y un campo de amapolas del otro, es mediante lo imaginario que vamos a elegir lo que nos conviene. Del mismo modo, antes de ir al restaurante, es lo imaginario que nos permite elegir entre ir a comer un filete de hígado en un restaurante, o comer una pizza en el restaurante de enfrente. 

La biología no sabe, no puede hacer, y no hace la diferencia entre una información que viene del interior del cuerpo (por ejemplo ostras en mal estado en el estómago), una información que viene del exterior, o que viene del pensamiento, como durante el sueño. 

El animal sólo posee las dos primeras opciones: vive sus conflictos en lo real únicamente, debe por lo tanto encontrar soluciones reales. El humano puede vivir los sucesos en sentido propio o figurado, porque puede transponer todos sus vivencias, en lo biológico. Es el único que puede hacer conflictos de origen imaginario. 

El símbolo es un mínimo de soporte para un máximo de información. Si dibujo un corazón, si dibujo un pene, un tótem, una casa o una flor, esto resume muchas cosas. Si dibujo un billete de banco o un cheque de un millón, esto también simboliza muchas cosas. Al estar limitado nuestro cerebro (en cierto nivel), funciona por lo simbólico. Una historia de amor en el cine, entre actores, que en la realidad no se aman, puede arrancarte lágrimas, como cuando tuviste tu primer disgusto amoroso. Se está en lo virtual, lo virtual que fabrica síntomas, que se vuelve cuerpo. 

La solución en el animal es concreta: huir, atacar, hallar un territorio, disimularse, simular. En el humano, la solución puede ser concreta o simbólica. Ya que el símbolo nos hace vibrar, nos hace sufrir, puede también curarnos. El cerebro cae en la trampa del símbolo. Por lo tanto hacer un acto simbólico es una trampa para la biología. 

El inconsciente tiene las mismas leyes para enfermar que para curarse. Este concepto, así como sus leyes, es muy importante explicarle al cliente en su primera consulta, para que entienda la función del acompañante o especialista.


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